Es una manera perfecta de aprovechar los
restos que se nos ponen algo duros de una focaccia. En realidad, casi siempre
se asocian los costrinis a platos salados, pero me apeteció hacer un postre,
con miel y un buen queso viejo.
Cortamos
la focaccia en rebanadas como de 1 ½ cm.
Queso
viejo
Miel,
pero no se supermercado. Id a la sierra más cercana que seguro en las ventas, o
en la carretera, encontráis a un paisano vendiendo miel de verdad.
Aceite
de oliva virgen extra.
Ponemos nuestro horno a 150ºC, con
ventilador y desde frío, colocamos nuestras rebanadas de focaccia en la
rejilla. A los 15 minutos aproximadamente, abrimos y confirmamos si se ha secado.
Buscamos que tenga la superficie recia y crujiente y el interior blando. Para
ello es ideal comprobar con un cuchillo
o clavar el dedo. Si hombre, cuando nos ponemos a cocinar, siempre, siempre nos
habremos lavado bien las manos y las uñas pata tenerlas completamente limpias.
Recordad, no es necesario que esté dorado,
ni tostado, sino solo crujiente por la superficie. Rociamos con un hilillo de
aceite de oliva virgen extra. Colocamos el queso viejo cortado en trozos
gruesos y regamos por encima con la mejor miel que encontremos.
Os aseguro que es un postre delicioso, o
una merienda, o…..incluso un entrante. Así que nada, La magia volvió a surgir y
deciros que, Besos a todas, a todos, Besos a……, en fin, siempre, siempre, muchos
besos.
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