La Focaccia es una manera perfecta de tener un pan a
la hora de almorzar o cenar que incluso
nos puede servir como entrante. Son esponjosas y si las sabes aderezar por
arriba, son una auténtica delicia. Más adelante os enseñaré a hacer unos
costrini con la Focaccia que nos sobra, para dulce o para salado, da igual.
200
ml de agua tibia
400
g. de harina de fuerza
25
g. de levadura prensada de pan
4
cucharadas de aceite de oliva virgen extra
Pimienta
negra y sal al gusto. De sal como 1 cucharada, como referencia
Una
cebollita cortada en juliana
Un
tarrito de tomates secos en aceite. Los cortaremos en trozos grandes una vez
escurridos.
Un
poco de queso tipo Emmental rallado
Romero
al gusto
Fácil, muy fácil. Mezclamos la harina, una
vez tamizada, con la levadura y la frotamos con las manos para integrarla.
Pondremos sal, pimienta, aceite y
mezclamos. Ahora iremos incorporando el agua, poco a poco. Tibia significa, tibia.
Por debajo de 40ºC. Así nos aseguramos de activar la levadura y no de matarlas
a las pobres mías.
Iremos amasando, hasta obtener una pasta
pegajosa, que colocaremos en la encimera con un poco de harina, para poder
seguir con ella. Una vez, trabajada esta, la metemos en un bol tapada y la
dejamos doblar de volumen. En el horno a 40ºC, es perfecto, porque funciona
como un fermentador.
Sacamos del bol la masa y la ponemos en
una hoja de papel vegetal de horno sobre la placa de horno. La estiraremos con
las manos, hasta obtener una plancha de un dedo de grosor. Tapamos y dejamos
fermentar nuevamente.
Degasificamos la masa colocando los dedos
encima de la misma y apretando suavemente., Quedarán las marcas. Rociaremos con
un poco de aceite de oliva virgen extra y espolvorearemos con romero. Pondremos
los tomates secos y la cebolla y meteremos en el horno, precalentado a 180ºC,
unos 20-25 minutos, por arriba y por abajo. Rociaremos la superficie de la
focaccia con un pulverizador con agua, y el horno también.
Cuando pase este tiempo y este dorada la
masa, pondremos sobre las partes libres de la superficie de la misma, el queso
rallado y meteremos en el horno un minuto más. Sacamos, dejamos atemperar y la
magia surgió nuevamente, como de la nada. Delicia asegurada. Así que nada,
disfrutadla en cualquier momento, y como de costumbre, besos a todas, a todos,
besos a….., en fin, muchos y grandes besos, siempre, siempre.
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