Es una de estas recetas del final de la primavera y el verano, que recuerdo con mucha añoranza. Hacerlos con mi madre. Yo los lavaba y ella los cocinaba, y de ahí lo aprendí.
Para hacer caracoles necesitamos
los siguientes ingredientes:
5 ó 6 dientes de ajo
1/2 kg de sal
Agua
Si tienes suerte de encontrar poleo, una ramita.
Lo primero que tenemos que hacer
es coger las especias (que suelen venir en tarritos como especias reunidas para
caracoles, pero no dejan de ser granos de cilantro, comino en grano y
guindillas), y ponerlas en un trozo de papel de estraza, cerrándolo como un
paquetito y lo machacamos un poco con un mortero, rodillo de cocina o lo que
tengáis a mano. No necesitamos más de dos cucharadas de especias para esta
cantidad de caracoles. Cogemos una gasa blanca y estéril, por aquello de que no
tenga sabores extraños, y metemos dentro las especias, haciendo una muñequilla
y cerrándolo con un hilo.
Los caracoles los enjuagamos en
abundante agua 2 ó 3 veces, hasta que no queden restos de hojitas porquería. Los escurrimos y añadimos un
puñado de sal y empezamos a moverlos con ambas manos mientras que van saliendo
las babas de los mismos. Transcurridos 4 ó 5 minutos los lavamos y retiramos
las babas bajo el agua escurrimos y repetimos el proceso. Esto lo haremos entre
5 y 7 veces, según la cantidad de babas que suelte el caracol. Hay que tener
cuidado de no pasarse con la cantidad de sal ya que puedes dejarlos
deshidratados y quedan chiquitajos y "esmirriaos".
Cunado hemos decidido que dejan
de soltar babas los enjuagamos 2 ó 3 veces en agua dulce y los dejamos con agua
a reposar. Si puedes dejarlos tapados con una rajita y al sol, mejor. Se van
asfixiando y van sacando los cuernos. Pasada una ½ hora los enjuagamos otra vez
y procedemos igual una o dos veces más.
Cuando pensamos que es el
momento, o sea, que están con los cuernos todos fuera, añadimos los dientes de
ajo machacados contra la encimera y los ponemos al fuego mínimo. Hay que ir
vigilando que no se metan para dentro, por eso es lo del fuego al mínimo. Aún seguirán los condenados
soltando babas, que iremos retirando con un cucharón, pero en muy poca
cantidad. Cuando rompa a hervir añadimos la muñequilla con las especias y el
poleo y vamos añadiendo sal poco según pidan. Hay que señalar que los caracoles
son algo picantes por lo que esta cantidad necesitaría al menos 2 ó 3
guindillas pequeñitas.
Los tenemos hirviendo al mínimo,
unos 30 ó 40 minutos, según el tamaño del caracol. Los que suelo hacer es
apartar el caracol del caldo una vez terminados y el caldo lo paso por un
colador con un paño fino, o una servilleta de papel fína, para eliminar los
posibles restillos de babas y/o suciedad que pudieran quedar y conseguir un
caldo claro y limpio. Rectificamos de sal y echamos el caldo con los caracoles.
Consejo: Comerlos calentitos,
acompañados de cervecita fresquita o de un tinto con gaseosa blanca. Un placer
indescriptible
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