Las ensaladas templadas tienen su
punto. Te permiten mezclar sabores frescos y suaves con otros picantes, dulces,
etc. En nuestro caso va a ser una ensalada templada de tomates rojos con gambas
al ajillo con guindilla verde fresca. Me la trajeron mis sobrinos de Tenerife y
estoy que me salgo del pellejo de feliz con las guindillitas.
Al lío. Necesitamos:
3 tomates maduros, pero enteros.
½ guindillita verde
6 dientes de ajos
250g de gambas arroceras, de las baratitas, que no se nos vaya la
pelota.
1 hoja de Laurel
Aceite de oliva
Sal
Pimienta negra
Vinagre
Lo primero es en una cazuela de
barro, a ser posible, (los que hayáis pactado con el diablo de las tecnologías
en la cocina no podréis), ponemos aceite
de oliva, como 5 cucharadas y metemos dentro los ajos picaditos con la
guindilla cortadita en finas láminas y las dejamos macerar mientras que hacemos
el resto.
Los tomates los cortamos
longitudinalmente a la mitad y cada mitad la cortamos en gajos (es porque queda
más bonito). Le añadimos sal, pimienta y un poquito de vinagre y removemos.
Pelamos las gambitas y
reservamos. Encendemos la candela y la ponemos fuerte, que se sofrían bien los
ajitos, con la guindilla y el laurel. Cuando empiecen a dar olor y antes de
que empiecen a tostarse añadimos las
gambas. Las hacemos apenas un minuto, para que queden jugosas y las añadimos
con el aceitito, los ajos y demás por encima de los tomates. Movemos el plato
dándole un meneo, como si estuviéramos haciendo una salsa pil-pil, y listo para
comer. La guindilla va en función de lo que os guste el picante.
Un placer, en serio.
Me paarece un plato veraniego y apetecible lo hare esta noche.
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