En el vaso de la batidora ponemos 1 huevo.
Preferentemente los hemos tenido fuera de la nevera un ratito antes. Añadimos aceite de oliva suave o intenso, depende del gusto del comensal (entre 200-250 ml), sal, limón y vinagre al gusto. Yo prefiero ir aliñando la mayonesa poco a poco
para no pasarme de ninguno de los ingredientes. Es importante que quede un poco
más fuerte de lo normal ya que es interesante para evitar
proliferación de Salmonellas, bacterias que producen una serie de visitas
descontroladas al WC y que te dejan el cuerpo muy flojito.
Para la mayonesa es importante empezar en una
potencia lo más baja posible con la batidora y en el fondo del vaso, sin
moverla, hasta que empiece a emulsionar y llegue la emulsión arriba del todo.
Cuando ocurre esto aumentamos la potencia y vamos moviendo de arriba abajo, y
empezamos a rectificar de sal, vinagre, limón, pimienta si queréis, etc. De
esta manera evitaremos que se nos corte la mayonesa y no emulsiones. Si nos
queda muy espesa aligeramos con un chorrito de leche, y si queda muy ligera
añadimos un poco más de aceite. Todo esto lo dictará el tamaño de los huevos
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