Opción 1. Me fastidio y dejo de
comer algo maravilloso y me las tengo que comer congeladas
Opción 2. Me invento algo
parecido, y las auténticas de camarones las como cuando esté en mi tierra y le
compre los camarones a cualquier “mariscaor” que esté vendiéndolos por la calle.
Como os podéis imaginar opto por
la segunda, con los ojos cerrados.
Bien, los ingredientes que vamos
a necesitar son:
100 gr de harina de freír
100 gr de harina fina
150 – 200 de gambitas arroceras,
de las baratitas, que no se os vaya la pelota.
2 cebolletas pequeñas
Un ramillete de perejil
Un poco de azafrán
Sal
Agua fría
Aceite de oliva para freír.
Hay quien utiliza habitualmente
harina de garbanzo, pero me resulta muy dulce, por lo que la cambio por la
harina de freír pescado.
Pelamos las gambitas y las
picamos un poquito para que cundan más. Picamos la cebolleta y el perejil muy
pequeños. Cuidado con la cantidad porque un exceso de cebolleta no significa
más sabor, sino que las tortillitas queden más aceitosas, ya que la cebolleta
tiende a retener el aceite.
Mezclamos las harinas y le
añadimos dos o tres cucharaditas de sal y un poco azafrán, solo para que den un
color más bonito. Añadimos las cebolletas y el perejil y poco a poco vamos
agregando el agua fría y vamos removiendo hasta que quede una masa muy ligera,
casi acuosa. Finalmente ponemos las gambas cortadas y salpimentadas.
Ponemos el aceite a calentar a
fuego medio y vamos dejando que tome temperatura. Cuando esté caliente, antes
de que empiece a humera, con una cuchara sopera añadimos masa liquidita de las
tortillitas, pasado un minutos le gamos la vuelta. Tienen que quedar
ligeramente crujientes, pero jugosas por dentro y al echarlas, hay que
extenderlas con la cuchara, para que se produzca este efecto. Cuando veamos que
van a empezar a salirle como puntillitas marrones, ese es el momento de
retirarlas y escurrirlas en papel absorbente.
Antes de echar la siguiente tanda
en la sartén, hay que esperar a que el aceite tome temperatura nuevamente.
Hoy he comido estas tortillitas
con mi familia, junto con la Piriñaca con Caballa y un gazpachito. ¡Uf! Como el
presidente del Supremo, pero con la conciencia tranquila.
Un abrazo
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